Esta vez podría pasarte a tí…

En las universidades españolas se producía hace poco más de un mes un hecho que forma parte del desarrollo anual del año académico y que introduce a la juventud en un nuevo mundo, o eso se dice.

La publicación de los resultados de las pruebas de selectividad abrían la puerta hacia un proceso tan complejo como esperanzador para la mayoría de las futuras universitarias y universitarios de nuestro país. Complejo porque, debe ser por aquello de conocer a más de una persona que asesora sobre el proceso de matriculación, parece que leer, comprender y rellenar un formulario donde escoger tus preferencias académicas se ha convertido en algo infinitamente más dificil que obtener un 10 en matemáticas, inglés o educación artística. Afortunadamente mamá y papá siempre están ahí. Esperanzador porque, tras cada una de esas solucitudes se encuentra la idea de acceder a un futuro personal con mayores oportunidades de trabajo, ascenso social y prestigio académico.

En cualquier caso cada una de las personas que este pasado Julio procedían a solicitar su plaza en la universidad elegida lo hacían, al menos esa es la idea, conscientes de las responsabilidades académicas que adquirían, de las posibilidades que se les abrían y de las garantías que les brindaba un sistema público de educación superior.

De lo que no estoy tan seguro es de que el primer día de clase, o el día de recepción que tradicionalmente se dedica al estudiantado de primer curso en algunas universidades, las diferentes autoridades académicas y de gobierno de la universidad les hagan llegar los peligros a los que podrían enfrentarse en su futuro universitario (los beneficios y las bondades no cabe duda que serán resaltadas), no es cuestión de asustar a nadie, pero no está mal que en lugar de incitarles a estudiar, ir a clase, pensar en sus posibilidades de empleo y en su futuro como profesionales de, cuestiones que refuerzan las ya extendidas actitudes individuales que aprendemos de la sociedad, se les recordara su función como constructores de una universidad crítica, como cuestionadores de los poderes imperantes y sobre todo la necesidad de un compromiso cívico con las capas más desfavorecidas de la sociedad (que no se encuentran representadas en los intereses empresariales).

Por eso al leer el texto que dejo más abajo se me ocurrió que hubiese sido genial que alguien me dijera algo parecido cuando por primera vez pisé mi facultad, quizás así hubiese dedicado menos tiempo a mí y más a los demás en mis primeros años de carrera, quizás así la universidad (o algunas de sus autoridades y cargos de gobierno) dejaría de preguntarse por qué la participación de los estudiantes no es todo lo alta que se espera (o que esperan), quizás así seríamos más conscientes de la importancia de nuestra implicación en procesos democráticos de decisión y acción, y quizás eso ayudaría a que en un futuro todas y todos fuéramos más conscientes de la importancia de la defensa de los servicios públicos para garantizar la igualdad de oportunidades, no solo en el acceso sino en los resultados, sin mermar la calidad de nuestros aprendizajes.

Indudablemente un texto, un discurso o una acción no puede hacer cambiar por sí solo la deriva de toda una sociedad, pero como ya he dicho y repito más de una vez, tu acción, tu gesto, contagia. Ese es el único peligro que tenemos quienes no callamos.

Quizás también se acerque todo un futuro de deudas…

“Bienvenidos a Fleece University. Nuestra misión es hacernos cargo de adolescentes irresponsables como vosotros y convertiros en ciudadanos hechos y derechos capaces de ingresar en nuestra economía. Esto significa, por supuesto, convertiros en deudores. En los próximos cuatro años pasarán muchas cosas que cambiarán tu vida. Harás amigos duraderos y probablemente también encontrarás el amor de tu vida. Beberás mucho más de lo que puedas ahora imaginar y por las mañanas te verás embargado por un amargo arrepentimiento. Perderás tu virginidad, si por casualidad aún la conservabas (…). Pero no olvides nunca que tu objetivo concreto es librarte de esa absurda libertad juvenil, para que asumas el peso de la deuda. A tal fin, hemos elevado nuestras tasas académicas: así nos ponemos al nivel de las instituciones de más altos bordos, como la George Washington University (que ahora cobra 39.210 dólares anuales, o 50.000, si se incluyen alojamiento y comidas) (…). En promedio, saldrás de aquí con una respetable deuda de 20.000 dólares, lo que te permitirá exhibir una importantísima “historia crediticia” (…). Por favor, no dejes de considerar que el título de la Fleece University no te garantiza que en el futuro tendrás ingresos suficientes para saldar la deuda. Muchos de nuestros mejores graduados están trabajando ahora mismo –luego de tres o cuatro años de haberse graduado— por 8-12 dólares la hora sirviendo batidos de leche, aconsejando a jóvenes con problemas o creando redes de empresas de computación. Están preparados para una vida de deudores atados a la deuda, y nos sentimos orgullosos de que hayan empezado a acumularla con nosotros, en éste nuestro amado campus de estilo oxoniense”.

Fuente: Barbara Ehrenreich en http://www.SinPermiso.info

Nota: por lejano que os parezca el texto que acabáis de leer no os ovidéis que este año vuestras/nuestras tasas académicas sufrirán nuevo incremento y que con solo repasar la prensa diaria podréis encontrar nuevos anuncios con respecto a las novedades en los precios de vuestras matrículas.

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