Lo que no sabemos o no queremos nombrar. El germen de la extrema derecha

* Continuación de la anterior entrada (Sociedad enferma o enfermedades en sociedad).

 

“Si la disyuntiva electoral se limita cada vez más a escoger entre derecha y extrema derecha, la disyuntiva vital se reduce de manera ya casi asfixiante a escoger entre `lo mio´ y `lo otro´.”

(Alba Rico, 2017, 30)

El discurso neoliberal campa a sus anchas, aupado por el apoyo de las ideologías mayoritarias (socialdemócratas y liberales), elaborando la hoja de ruta para el presente que nos ahoga: reducción del poder del estado, privatizaciones, deslocalización, reducción de la fiscalidad progresiva (Mason, 2017).

Tal y como indica Nancy Fraser (2017), han venido surgiendo multitud de grupos de defensa de los derechos culturales, mientras casi sin darnos cuenta, entregábamos la economía al mercado. Las grandes empresas han terminado controlándolo todo, hasta nuestros propios cuerpos, desde un “capitalismo de sonrisas” en sagrada comunión con la creciente racionalidad psicológica.

Se ha venido construyendo el caldo de cultivo para la vuelta a la patria chica, al estado nación (Latour, 2017), rescatando las esencias idenitarias para contrubuir a la continua diferenciación. La orquestación del matrimonio entre el «homo consumens» y el «homo económicus» (Bauman, 2006) ha generado el caldo de cultivo perfecto para potenciar el miedo necesario que nos haga sentir la necesidad de volver al grupo de origen. Encerrarnos en nuestro «yo» más primario para evitar enfrentarnos a una realidad que cada día se hace más compleja. Protegernos tras nuestras fronteras, ya sean estas personales, físicas, geográficas o subjetivas, desplazar todo aquello que se presenta como distinto.

La desintegración social ha comenzado por la posibilidad de diferenciarnos del resto. Hacernos diferentes, únicas como personas. La individualización social, generada desde la psicología, ha encumbrado el protegido espacio del “YOÍSMO”, como único medio para alcanzar el éxitoy optar a la estabilidad social.

El actual discurso de la felicidad se funda en valores individualistas, de salvación propia, guiada desde la cultura de la autoayuda, donde la destrucción de los lazos que nos vinculan a los demás nos deja apartados en un enfrentamiento solitario ante la vida (Illouz, 2010).

La comunidad en pedazos

Hemos perdido la capacidad de reconocernos en la otra persona, de vernos en quien tenemos frente a nosotros, de comprender que el “otro” es también un “nosotros”, un espejo que nos devuelve la posibilidad de cuidarnos en compañía.

Los ideales de la globalización, centrados en el consumo y en el tráfico inmediato de información a través de Internet, han potenciado un “capitalismo hiperindustrial” (Alba Rico, 2017) que más que explotar nuestro tiempo de producción, se ha extendido a los tiempos de descanso y ocio, tal y como lo expresa Remedios Zafra (2017), haciendo de nuestros tiempos “libres”, tiempos de producción susceptibles de generar un valor económico añadido. Nos convertimos en parte y cómplices de la “proletarización del ocio” (Alba Rico, 2017; Moruno, 2018; Zafra, 2017).

Como comenta Renduelles (2017) la salida de la crisis no lo ha sido para todos. Hay quienes vivían y viven en una crisis constante, de la que aún no ven salida posible.

Ante la imposibilidad de acabar con la desigualdad imperante, la solución del mercado es convertirnos en productos, para así salvarnos a nosotros mismos. La selección natural de las “marcas personales” se encarga de cribar las posibilidades individuales de éxito.

Si caminamos en la misma dirección
Viñeta de «El Roto» en «El país» Fuente: https://elpais.com/diario/2006/05/16/vinetas/1147730405_850215.html

Somos empresarias y empresarios de nosotros mismos. Nos ahogamos en el placer de un futuro mejor, mientras nos explotamos en la construcción de la propia marca personal. Tratamos de diferenciarnos del resto, para seguir siendo iguales (Zafra, 2017). Mercado e Internet potencian las propias tendencias personales de relacionarnos con quienes piensan igual, con las iguales, evitando todo lo que es diferente.

Gestionar el mundo, desintegrar lo común

En los distintos campos profesionales, prima el desarrollo personal sobre el colectivo. La constante presión del mercado laboral, nos empuja a escoger la salida individual con la esperanza de poder frenarnos, mirarnos y encontrarnos con los otros en un futuro cercano. Un futuro que nunca llega, más bien se aleja a cada paso que damos. Es la búsqueda de una utopía colectiva, que se ha transformado en el sueño individualista del mercado autorregulado.

Byung-Chul Han (2017) ha resumido de igual forma esta paradoja, nos explotamos a nosotros mismos con la ilusión de poder alcanzar el sueño que nos promete el nuevo capitalismo emocional. El discurso de LA GESTIÓN impregna nuestro tiempo de vida, apropiándose de los pocos espacios vacíos susceptibles de ser motor de cambio, instalando una nueva forma de racionalidad económica vinculada al emergente lenguaje de “lo emocional” (Illouz, 2010).

Gestionamos nuestro tiempo, para ajustarlo al tiempo de trabajo. Gestionamos nuestras citas con amistades y familiares para ubicarlas en una agenda que nos organiza, una vez más, el tiempo de trabajo; gestionamos lo que compartimos en redes, para seguir respondiendo a la necesaria visibilidad de nuestra “marca personal”; gestionamos nuestro compromiso social y político, para seguir preservando nuestros intereses individuales por encima de las necesidades sociales o colectivas; gestionamos nuestras emociones, para evitar caer mal, para encajar socialmente, para ser aceptados y no terminar cargando con la etiqueta (inventada de forma muy interesada) de “persona tóxica”. Gestionamos el amor, para calcular el rango de probabilidades de encajar con la otra persona y decidir si es una inversión rentable o puede generarnos perdidas (no solo económicas, también emocionales) en el futuro.

Buscamos poder satisfacer nuestros placeres primarios de forma instantánea. Alcanzar aquello que anhelamos, que deseamos con fuerza. Para ello, acudimos de nuevo a nuestros instintos más primarios, y lo hacemos desde la satisfacción centrada en resaltar nuestra individualidad. La trampa de esa diversidad a la que tanto hacemos referencia, no es otra que la de mantenernos aislados en pequeñas satisfacciones personales. Parcelar los objetivos de lucha y resistencia, para hacernos olvidar aquello que realmente nos une.

La sensación de desintegración de un “nosotros” ideal, acciona la reacción de defensa sobre el grupo de pertenencia. Por tanto, es el miedo el que acciona el odio a lo extranjero (Krastev, 2017). Es la ruptura del diálogo y de los espacios, que propician el encuentro con lo distinto, lo que limita las posibilidades de encontrar nuevas salidas, que satisfagan a una clase social que ha perdido la esperanza para adentrarse en el camino de los miedos y…

…Ya lo decía Yoda en alguna de las películas de Stars Wars “El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento, el sufrimiento al lado oscuro”. Y en ese lado oscuro, la derecha política está haciendo su agosto, campando a sus anchas por las brechas de la desigualdad; introduciendo los temas de debate en los medios de comunicación, a través de la creación de polémicas interesadas en redes sociales; arrastrándonos a la reacción individual más visceral, que nos haga olvidar el valor de la acción colectiva.

Viñeta de El Roto – Vocabulario figurado

Continuará…


En esta entrada, para ampliar información:

Alba Rico, S. (2017). Retrocesos, repeticiones, restas. En AA. VV. (2017). El gran retroceso. Un debate internacional sobre el reto urgente de reconducir el rumbo de la democracia. Seix Barral.

Bauman, Z. (2006). Amor líquido: acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Fondo de cultura económica de Argentina.

Han, B.C. (2017). La expulsión de lo distinto. Herder editorial.

Illouz, E. (2010). La salvación del alma moderna. Terapia, emociones y cultura de la autoayuda. Katz editores.

Krastev, I. (2017). El futuro de las mayorías. En AA.VV. (2017). El gran retroceso. Un debate internacional sobre el reto urgente de reconducir el rumbo de la democracia. Seix Barral.

Moruno, J. (2018). No tengo tiempo. Geografías de la precariedad. Editorial AKAL.

Renduelles (2017). De la regresión global a los contramovimientos postcapitalistas. En En AA. VV. (2017). El gran retroceso. Un debate internacional sobre el reto urgente de reconducir el rumbo de la democracia. Seix Barral.

Zafra, R. (2017). El Entusiasmo. Precariedd y trabajo creativo en la era digital. ANAGRAMA.

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