Feliz Final. Un amor desde el final – Reseña del libro de I. Rosa

Hace unos meses caía en mis manos un ejemplar de Isaac Rosa, Feliz Final. Caía… como si mi obsesión por descubrir nuevas lecturas no se hubiera convertido ya en una sutil enfermedad, que inunda las estanterías de casa….

Conocía otras obras y escritos de Isaac Rosa, y desde que disfruté de la mano invisible, se ha convertido en uno de esos autores fetiche a los que intento seguir la pista.

No se si Feliz Final es un libro para todos los públicos, pero sin duda es un libro que todo tipo de persona debería curiosear a ratos. Al menos, así me gusta disfrutar personalmente de libros como este: A ratos, de a poco… sin prisas.

Feliz Final
Portada Feliz Final

Titulo: Feliz Final.

Autor: Isaac Rosa.

Editorial: Seix Barral.

Año de publicación: 2018.

Páginas: 340.

Un amor desde el final

Feliz Final es una historia con muchas historias. Es la historia de un amor, o quizás de un desamor, una palabra que en los últimos tiempos parece estar más de moda que nunca. Canciones, series, películas y libros se afanan por mostrarnos los colores del desamor, mientras vemos, escuchamos y leemos las melancólicas historias que nos muestran lo imposible que es amar.

Pero, Feliz Final es mucho más que una historia. No sabría decir si Isaac Rosa ha escrito una novela ensayística o un ensayo novelado, pero a través de las páginas de su libro se recorren todos y cada uno de los miedos, utopías, futuros, pasados y presentes del mundo laboral, social y relacional en que nos ha tocado vivir. Al menos en las sociedades occidentales, aunque la globalización haya convertido la multiplicidad de culturas y sociedades en una calcomanía de ideas neocapitalistas.

“Llamamos amor a lo que no es más que deseo, otra forma de consumo… vivimos en un mercado de ofertas amorosas, y todo mercado genera desigualdad , ricos y pobres… Cuando alguien se separa decimos que vuelve a estar en el mercado, vamos al mercado a por otro amor como quien compra una de esas mierdas de cajitas que contienen experiencias, balnearios y parapente.”

(Pág, 41)

Si ya tuviste un amor. Uno de esos que duran varios años, en los que compartes problemas, familia, amistades y charlas intempestivas, Feliz Final es tu libro. Es extraño que no te descubras en uno de sus pasajes, que no aprendas de alguna de sus aseveraciones o que no te sorprendas con los giros del guión.

En las páginas de Feliz Final descubrimos que los amores nunca son ajenos al contexto social y económico en el que se desarrollan. Caminamos desde el reproche al recuerdo de aquellos sueños que nunca pudieron cumplirse; de la cercanía cotidiana a la frialdad de la crisis económica y laboral.

Me queda en la retina, como uno de los mejores pasajes del libro, ese juego literario en columnas, a través del cual el autor nos transmite la prisa de un mundo laboral que consume nuestro tiempo vital a la vez que nos sopla el pequeño castillo de naipes de nuestras relaciones más cercanas.

Un amor no termina sin más, nuestros amores están llenos de errores que solo recordamos cuando el presente se vuelve turbio, el día se nubla y no sabemos mirar más allá de aquello que ayer amábamos y hoy detestamos en esa persona con la que tanto hemos compartido:

“Cuanto más tiempo llevo contigo, menos te conozco. La frase es tuya, me la dijiste una vez, hace años, en plena discusión por cualquier desencuentro doméstico. Y tenías razón: esa sensación de que nos hemos ido desconociendo, volviéndonos cada vez más extraños desde un momento inicial de identidad total.”

(Pág. 56).

Ponerse en el lugar de la otra persona

De Feliz Final no solo es la historia lo que te engancha, es la forma que tiene Isaac Rosa de presentar esa historia. El autor enmarca el relato en un continuo ir y venir de cartas. No es una discusión al uso (o a veces, sí), es la historia de palabras pensadas para responder con detalles de los momentos compartidos con la otra persona.

Un intercambio de unas palabras que hoy han sido absorbidas por la rapidez instantánea de un whatssap que hasta hace poco fue correo electrónico, sms y hasta una llamada, de la que jamás podremos guardar la tinta emborronada de las lagrimas derramadas.

¿Quién no guarda alguna carta en papel de amores pasados? (Ya, ¡joder que viejo soy!. De los 90 en adelante pocas personas habrán emborronado un folio con la tinta de sus emociones). Esas cartas (que quizás no son más que un correo electrónico) quizás nos dieran tiempo para pensar e incluso tiempo para frenar esa bola que se cruza en la garganta cuando no hay vuelta atrás.

El autor no se olvida de recordarnos las trampas que el mundo actual nos tiende para cubrir nuestros deseos de encontrarnos. Cada página es un acercamiento más a una realidad cambiante, que nos envuelve entre promesas tecnológicas, derivas emocionales y tendencias individualizadoras:

“siempre acabamos invocando la libertad, pero qué libertad es esa, la jodida libertad es la trampa con la que nos están quitando el suelo bajo los pies, estoy hasta el coño de tanta libertad… todas esas libertades las disfruta el que puede pagar una buena escuela, un seguro sanitario, una universidad extranjera, unas prácticas sin cobrar, mantener una familia con un solo sueldo, alguien que te limpie la casa y cuide a tus viejos y a tus hijos, una amante, un divorcio, y los que no podamos pagar tanta libertad nos jodemos y nos comemos nuestra libertad con colegios sin recursos, hospitales desbordados, trabajadores pobres, familias rotas, niños aparcados en la escuela desde el amanecer hasta la noche, y todo ese amor que no es amor libre sino liberalizado, ¡qué se vayan a la mierda con su libertad!”

(Pág. 45)

Quizás necesitamos más personas como Isaac Rosa en nuestra literatura (no es que falten, pero siempre es bueno un poco de excedencia, si viene acompañada de calidad y estilo). En cada página del libro sentía estar leyendo trabajos de Z. Bauman, Eva Illouz, U. Beck, C. Renduelles… o cualquier otra autora o autor de los campos de la sociología y la filosofía actual (Algo que encaja perfectamente cuando llegas a las últimas páginas, más allá del relato).

En las página de Feliz Final están las ideas de todas esas obras, con la salvedad de sentir que esas ideas eran transmitidas en un lenguaje capaz de llegar a cualquier público, para hacer sentir cómo la política, la economía, las reformas laborales o la expansión de las tecnologías invaden nuestros espacios más personales e íntimos, transformándolos y haciendo cada día más difícil la convivencia, el establecimiento de lazos de relación fuertes y duraderos.

“Vivimos en una jodida fábrica, y el amor puede ser la pieza que no encaja, la que atasca la rueda, la cadena de montaje entera, porque el amor es improductivo, es ludita, es anticapitalista… Mientras amas no produces, no consumes, no calculas, es una forma de desobediencia, el amor detiene el tiempo que siempre es tiempo productivo, el amor instaura su propia temporalidad.”

(Pág. 271).

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