12 meses, 12 libros: Las intermitencias de la muerte de José Saramago

Las intermitencia de la muerte de José Saramago
Las intermitencias de la muerte de José Saramago

«Vivir con mis propios errores ya me cuesta demasiado trabajo, como para emitir juicios de errores ajenos»

Es extraño que haya tardado tanto en reseñar o escribir algo de José Saramago, sobre todo teniendo en cuenta como me han marcado algunos de sus libros. No fue el primero, pero tampoco el último libro que leí de José Saramago. Quizás la culpa de que cayera durante un tiempo en las garras de la literatura de Saramago la tuvieron aquellas jornadas en homenaje a su figura en las que tuve la suerte de participar junto con otras compañeras y compañeros. En cualquier caso, lo cierto es que una vez que entré en el universo Saramago tuve la necesidad de leer gran parte de sus libros.

Las intermitencias de la muerte es un desafío a nosotros mismos y a aquello que en muchas ocasiones tenemos tanto miedo: la muerte (en minúscula, y si no leed el libro)

La historia parece en principio bien sencilla, simplemente podría reducirse a la maravillosa primera frase del escritor:

«Al día siguiente no murió nadie.»

Pero, con esa primera frase Saramago es capaz de construirnos todo un relato ético, un ensayo filosófico, político y social sobre la muerte y las consecuencias de vivir eternamente. ¿Quién vive de la muerte? ¿quienes trabajan para la muerte? ¿qué problemas puede haber en no morir nunca? ¿tenemos que aceptar la muerte?. Sin duda es memorable la comisión interdisciplinaria donde filósofos, delegados de todas las religiones, Gobierno y demás representantes tratan de busca una salida a los nuevos problemas surgidos de esta vida eterna…

«las religiones, todas, por más vueltas que le demos, no tienen otra justificación para existir que no sea la muerte; la necesitan como pan para la boca»

El recorrido de José Saramago por la conducta humana y la forma de sacar provecho de cualquier situación, el mantenimiento de la pillería, del estatus social, el miedo a la pérdida de control y sobre todo el miedo a perder el poder sobre algo que las propias personas han utilizado para dominarse unas a otras: la muerte.

«La muerte por sí misma, sola, sin ninguna ayuda exterior, siempre ha matado mucho menos que el hombre.»

Construir un relato verosímil de algo completamente irreal es algo que Saramago sabe hacer son una habilidad asombrosa. por eso os recomiendo leer este libro y descubrir las consecuencias de acabar con eso que tanto nos atormenta: la muerte.

Me gustaría dejar, para terminar, una pequeña parte de la misteriosa carta que la muerte (y no la Muerte) hace llegar a los simples mortales:

«yo no soy la Muerte, soy simplemente la muerte, la Muerte es algo que ni por sombre les puede pasar por la cabeza qué es, ustedes, los seres humanos, sólo conocen esta pequeña muerte cotidiana que soy, esta que hasta en las peores catástrofes es incapaz de impedir que la vida continúe, un día llegarán a saber qué es la Muerte con letra mayúscula, en ese momento, si ella, improbablemente, les diese tiempo para eso comprenderían la diferencia real que existe entre lo relativo y lo absoluto, entre lo lleno y lo vacío, entre el ser y el no ser ya…»

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